miércoles, 1 de mayo de 2013

Rafael Benítez, catequista del Camino Neocatecumenal: «El que anuncia el Evangelio es el primero que sale beneficiado»

«Hay muchas personas que están esperando el anuncio de la Buena Nueva que puede cambiar sus vidas». Con esta urgencia evangelizadora justifica Rafael Benítez (Adzaneta –Castellón–, 1954) la iniciativa del Camino Neocatecumenal de llevar el Evangelio a las calles y plazas de todos los barrios y pueblos en los
que está presente en todo el mundo. En la diócesis de Málaga, concretamente, la denominada “Gran Misión” se está llevando a cabo desde 13 parroquias en sendos lugares públicos. Junto a su mujer, Paloma Campos, un seglar y un sacerdote forma el equipo responsable del Camino Neocatecumenal en las diócesis de Málaga, Granada y Guadix-Baza.

–¿Cómo surgió la idea de salir a 10.000 plazas del mundo a anunciar el Evangelio?

–La idea de la “Gran Misión”, en realidad, es una propuesta que el iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, realizó como respuesta a una petición de colaboración de la diócesis de Roma con motivo del Año de la Fe. Después de Roma, se ha extendido a todo el mundo.

–La idea se le propuso a Benedicto XVI, pero se está llevando a cabo con Francisco como obispo de Roma que nos ha animado precisamente a salir a las periferias

–La iniciativa se había hablado con el papa Benedicto XVI. Luego surgió el asunto de su dimisión y posterior elección del papa Francisco. Al nuevo papa se le consultó y lo acogió con mucho entusiasmo. Incluso en el Ángelus del domingo de la Divina Misericordia nombró esta iniciativa del Camino. Sabemos que está muy contento con esta predicación. Lo cual demuestra que en la Iglesia hay un sólo Espíritu. Estamos en el mismo Espíritu que tiene el papa que es el que inspira a la Iglesia.

–¿Cómo se va a desarrollar?

–Básicamente es una predicación, un anuncio del Evangelio por las plazas. Cinco catequesis, durante cinco domingos, en tiempo pascual. Si tras esta experiencia se formase algún pequeño grupo que quisiese continuar con su formación cristiana podría posteriormente hacerlo en las parroquias.

–¿Qué fruto se espera recoger?

–El fruto es doble: por una parte, el que anuncia ya recibe la alegría de salir a anunciar el Evangelio, de hacer partícipes a los demás de esta experiencia de la Resurrección de Jesucristo que hemos tenido en la Pascua y que hemos tenido en nuestras vidas; luego también puede ser importante por tantas personas que verdaderamente están esperando este anuncio de la Buena Nueva que puede cambiar sus vidas. Hay muchas personas a quienes resulta difícil acercarse hasta la parroquia o entrar en el templo después de años de propaganda contra la Iglesia. Pero no quiere decir que estén vacunados contra el anuncio del Evangelio y encontrarse con esta Buena Noticia puede dar unas frutos muy grandes. Esperamos que sea así.

–¿Es sólo para alejados o también para cristianos que quieran fortalecer o reavivar su fe?

–El anuncio del Evangelio ayuda a todo el mundo y es para todo el mundo. La persona que lo anuncia tampoco está totalmente convertida. El propio anunciador es el primer beneficiado del anuncio del Evangelio. Por tanto, a cualquiera que escuche esta Palabra le puede ayudar, ya sea alguien que asiste con cierta frecuencia a Misa, ya un alejado de la Iglesia.

–En las predicaciones toman parte todos: familias, ancianos, niños… La misión evangelizadora es para todos

–El mandato de ir y anunciar a todas las gentes el Evangelio que Jesucristo hace después de su Resurrección es para todo aquel que está bautizado. El bautismo mismo ya es el envío. Evidentemente este anuncio lo realiza un pueblo, un pueblo que está en marcha donde hay personas de toda condición social, de toda edad…

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