domingo, 28 de octubre de 2012

Jesús Arévalo: «Si soy escultor, es porque Dios quiere»


El escultor y pintor Jesús Arévalo Jiménez nos habla en esta entrevista sobre el arte cristiano y la forma en la que un artista debe prepararse con la oración, estando en gracia y bebiendo de la Tradición de la Iglesia. También discute los problemas del arte moderno y su abandono de la belleza, las características de algunas de sus obras, sus colaboraciones con Kiko Argüello y con José Luis Parés o la importancia que deberían tener los obispos en el arte católico.

Jesús Arévalo Jiménez es un escultor madrileño de treinta y cuatro años. Se licenció en Bellas Artes y es el sexto de diez hermanos. Está casado, tiene una niña, otro hijo en camino y uno más en el cielo. Se dedica fundamentalmente a la escultura religiosa y sus obras y colaboraciones pueden admirarse en diversos museos, en la Catedral de la Almudena, en la Domus Galilaeae de Israel o en colecciones privadas.
- ¿En qué está trabajando ahora?
Estoy tallando un Cristo crucificado de tamaño algo mayor del natural, en talla directa, en un tronco de cedro del Líbano, para el seminario Redemptoris Mater de Madrid. El cedro es una madera que tiene un olor maravilloso, pero principalmente tiene un gran valor simbólico por tantas reseñas que tiene en la biblia por diversos motivos. En la Facultad, normalmente se enseña a tallar con maderas ensambladas. Yo empecé a tallar troncos de cedro de casualidad, en una obra en la que trabajaba de encofrador a la vez que estudiaba, cortaron un gran cedro me lo llevé a la Facultad por trozos y me gustó mucho el material. La dificultad que tiene es que los troncos, cuando crecen en estado salvaje, tienen nudos muy grandes y, además, con un tronco sólo hay un intento para tallarlo. Si te equivocas, no hay manera de arreglarlo. Pero tiene de genial la continuidad de la veta por toda la superficie, es muy interesante como el material "participa" con sus grietas y nudos y tu tienes que ir adaptando y contrarrestando. El resultado es una obra que más que buscarla te la vas encontrando y por lo tanto es única e irrepetible.
- ¿Cómo consiguió estos enormes troncos que utiliza?
En los jardines Del Real Sitio de La Granja, se produjo una ciclogénesis explosiva, una especie de ciclón, que se llevó por delante cientos de árboles. Me enteré, envié una carta al Director de Patrimonio Nacional con apoyo del departamento de escultura de la facultad y me cedieron estos troncos de cedros del Líbano de más de cien años para que los pudiera esculpir. Es un milagro. Encontrar un tronco de cedro de este tamaño es imposible.
- También colaboró en las esculturas de bronce del santuario de adoración perpetua de la Domus Galilaeae del Camino Neocatecumenal.
Sí. Es una técnica totalmente distinta. Primero se modela la escultura en barro. Modelar no es ir quitando, como en la talla, sino ir añadiendo. De esa escultura se saca un molde, que se recubre de cera. Se hacen pequeños ajustes y después se quita la cera en el horno para tener ya el molde que se rellenará de bronce.
Tanto Luca Santanicchia como yo ayudamos a Kiko Argüello en esa obra de la Domus Galilaeae. Kiko quería hacer una escultura para el techo de esta capilla, siguiendo una idea de Carlos de Foucauld: hacer capillas de adoración perpetua. El diseño se basa en una obra de Fra Angelico. Para mí, la escultura fue el medio por el que viví allí una serie de experiencias muy intensas, en un momento de crisis. Al final, la escultura fue una "excusa" para un encuentro muy personal con Dios. Mi vocación de escultor tiene un sentido pleno y extraordinario al servicio de la iglesia.
Dios te da el querer y el obrar. Y también te da el celo. Tú buenamente empiezas a pensar cómo hacerlo y te pones a ello, a veces con gran ansia. Es imprescindible estar en estado de gracia. Hay que rezar, confesarse. A mí me gusta mucho la música, me parece la más sublime de las artes, por eso prefiero trabajar en silencio, porque me distrae o distorsiona la percepción de lo que haces. En esta obra en la que trabajo por la mañana rezo laudes delante del santísimo en la capilla del seminario y luego vengo aquí, al cuarto que me han facilitado, a trabajar.
Yo, si soy escultor es porque Dios quiere. Eso lo tengo clarísimo. Además soy de ciencias. Le digo a Dios: si quieres que sea escultor, mándame trabajos. Yo no los busco. Y siempre voy hilando uno con otro, y el día que esto no ocurra tendré que discernir qué quiere Dios de mí. Antes de entrar a Bellas Artes pensé en estudiar biología o ingeniería técnica forestal. Mi padre me dijo desde su discernimiento y fe que yo tenia un don y una vocación a la que ser fiel y que me dedicara a ello aunque me muriera de hambre. Me dejó atónito su confianza en Dios en este sentido, aunque estuve muchas veces a punto de dejar la carrera porque no me gustaba lo que vivía en la facultad, sus palabras produjeron en mí una gran determinación.
- Es autor de una impresionante estatua de San Miguel Arcángel. ¿Cómo surgió esa obra?
Me la encargó Alejandro Sanz Peinado, que había visto otras esculturas mías y le habían gustado. La hice en bronce, con esta técnica que he explicado, modelando primero la estatua en barro. Está hecha a mano, en oración, combatiendo contra los malos pensamientos, sobre todo juicios, que, no sé muy bien por qué, te atormentan cuando te intentas concentrar y estás trabajando. Todo eso influye, no es lo mismo hacer el Camino de Santiago andando que hacerlo en coche. Tiene casi tres metros de alto, es fuerte y atlético, porque el Arcángel es muy poderoso y bueno y, en cierto modo, como tu hermano mayor. A mí me gusta la sensación que te produce el poder meterte bajo sus alas. Tiene una actitud equilibrada y reposada que está muy pensada, una actitud previa a la acción. Crea mucha tensión en el espacio que lo rodea: no está decorando, sino influyendo en el entorno.
- ¿Cómo se inspira para una obra así?
Me puse a leer sobre San Miguel y fui descubriendo sus atributos característicos. Su nombre, Mi – Ca – El, significa en hebreo "Quién como Dios", porque es el jefe de las milicias celestiales. Y este fue su grito de guerra contra Satanás. También tiene la función de llevarte cuando mueres ante Cristo. Es necesario conocer a alguien para imaginártelo y esculpirlo. Todo esto se saca de la Tradición de la Iglesia. La Tradición y la sabiduría de la Iglesia son infinitamente superiores a lo que se me pueda ocurrir.
- ¿Qué otras obras escultóricas tiene?
Por ejemplo, tengo también una escultura en la Facultad de Minas e Instituto Geominero que es un torso en alabastro. En El Callao, en Perú, hay una Virgen de madera que le regalé a José Luis del Palacio, cuando todavía no había sido nombrado obispo de aquella diócesis, porque le conmovió, es una de mis obras favoritas. También he colaborado en los relieves de José Luis Parés de la Catedral de la Almudena.
- Usted también pinta, además de esculpir. ¿No suelen los artistas concentrarse en un solo tipo de arte?
Normalmente, el que esculpe también pinta o por lo menos dibuja. En cambio, al revés no tiene por qué ser así. En general, las reglas de armonía en cualquier arte son las mismas. Se compensan volúmenes, sonidos, hecho y desecho, elementos… He formado parte del equipo que ayuda a Kiko Argüello desde hace unos diez años en la realización de sus iconos. Por ejemplo, en las pinturas de la Catedral de Madrid, de la parroquia madrileña de Nuestra Señora del Tránsito, de la Tienda de la Reunión de Porto San Giorgio, en Italia, o de la capilla de los seminarios Redemptoris Mater de Madrid y de Washington. Somos un grupo de pintores y ayudantes, los que Dios ha puesto ahí. Todas esas obras van encaminadas a la conversión de las personas. De Kiko Argüello he aprendido tantísimo a todos los niveles que no sabría qué decirte ni por dónde empezar.
- ¿Qué es lo característico del arte cristiano?
El arte cristiano, igual que la liturgia, los sacramentos, las ordenes religiosas… va encaminado a un encuentro personal con Dios. Todo empieza en la Encarnación de Cristo, cuando se hace hombre. Desde entonces, las imágenes han tenido una importancia teológica y sacramental en la Iglesia de oriente y antiguamente, antes del Renacimiento sobre todo, también en occidente. Después, principalmente con el barroco, el arte comenzó a ser más devocional y sentimental, que también tiene su importancia, mostrando también la cercanía de Dios. Esto tiene su reflejo en los diversos estilos, algunos son más catequéticos y otros muestran más la teoría de la religión católica.
Es más fácil rezar ante una imagen. Las imágenes bizantinas, los iconos, son una catequesis. También las imágenes pueden tener una función de empatía, como en el Barroco castellano, que a mí me gusta mucho. Ante una imagen de la Virgen sufriendo porque ha muerto su Hijo, una mujer que tiene hijos puede sentir un vínculo íntimo hacia ella. O estás viviendo un sufrimiento grande y puedes sentirte partícipe con Cristo sufriente y humano. La Iglesia no tiene un estilo artístico propio, sino que ha ido haciendo suyos los distintos estilos, originales hasta que llegó la Revolución Francesa y se produjo una cierta decadencia del arte empezando los neos: neoclásico, neogótico, neobarroco… que la iglesia también asimiló, como también ha intentado asimilar las vanguardias y el arte contemporáneo.
Personalmente también creo que hay una gran cantidad de obras paganas que finalmente te conducen a interrogarte si existe un sentido a las cosas y, por lo tanto, qué hay de Dios, por los interrogantes que te puedan suscitar, o los anhelos y deseos que puedan provocarte, por ejemplo ¨El Grito¨ de Munch y algunos púgiles en bronce que he visto de la antigua Grecia. El ¨Galo Herido¨ me ha recordado siempre a Jacob cuando lucha con el ángel y descubre su debilidad, porque puede verse también a un hombre asimilando su muerte cuando ya llega inminentemente.
- En el arte moderno, ¿por qué existe ese feísmo?
Hay una idea de la belleza como un lastre academicista, que hay que superar. Se hace el razonamiento simplón de que, si la obra no busca la belleza, has superado los condicionamientos de la academia, te has liberado. Es una actitud que va abocada al fracaso, porque desde que nacemos estamos necesitados de belleza, aunque hay mucha gente que ya se haya acostumbrado a vivir sin ella. Yo, en mis obras, intento encontrar una belleza atemporal, me da igual si es clásica o moderna. Me gusta mucho Fidias, también me gustan el gótico alemán y flamenco o el barroco más castellano de Gregorio Fernández y Velázquez, los expresionistas alemanes… Son estilos que no tienen nada que ver, pero que van más allá del tiempo en que fueron creados.
En el caso de la escultura religiosa, el camino es el encuentro con Jesucristo, con el arte como una vocación. El objetivo es que una escultura sirva para que los espectadores y el escultor se encuentren con Dios. No se trata de superar nada, sino lo que Dios quiera que salga. Por supuesto, tienes que esforzarte, tienes que saber arte y escultura, tienes que tener nociones de equilibrio, de belleza...
- ¿Por qué está actualmente en decadencia el arte religioso?
Un profesor que tuve me decía que la escultura, la pintura y el arte religioso en general de la Iglesia ahora están desprestigiados. Y es verdad que buena parte del arte religioso que se hace ahora es bastante malo o se encarga a artistas que o no son católicos, o no entienden el tema. Esto es como hacer un poema sobre tu madre. ¿Quién puede hacer el poema mejor que su propio hijo? Bueno, pero es posible que el hijo sea un pésimo poeta y lo que le salga sea un churro. Entonces, se lo encargas a un gran poeta, que hace un poema muy bueno pero la madre que aparece no es tu madre, porque a tu madre no la conoce nadie como tú. ¿Cuál es la combinación ideal? Que sea un gran artista y que sea católico. No basta informarse sobre el cristianismo, porque el cristianismo supone una experiencia de vida y si no la tienes, estás trabajando sobre algo que no conoces.
Antiguamente, desde el arte paleocristiano, todo estaba supeditado al obispo, que discernía si eso que se representaba era fiel imagen de Dios, de la Virgen o de los Santos. A una de las pastorcitas de Fátima le enseñaron varias imágenes y le preguntaron cuál se parecía más a la Virgen. Y ella señaló un icono de cientos de años de antigüedad. Es decir, lo había pintado un monje, que había estado rezando mientras lo pintaba, junto con toda su comunidad, y luego había sido llevado ante un obispo que lo había aprobado en nombre de la Iglesia.
La función catequética del arte, la espiritualidad y trascendencia que transmitían los códigos antiguos, sufrió una gran decadencia a partir del Renacimiento y el barroco principalmente, aunque anteriormente también pasara en algunos casos. La Iglesia, que seguía siendo la gran mecenas y escogía a los mejores artistas, abanderó un arte que dejó de tener un fin primordialmente catequético concediéndose mayor importancia a lo estético y anecdótico, a lo propagandístico también, relegando en muchos casos el mensaje a una mera excusa para desarrollar técnica y virtuosismo. De un arte más catequético, se pasó a un arte más de temática religiosa, aunque esto está también lleno de excepciones que producen una fuerte experiencia espiritual en el espectador.
Ahora, el problema es que, igual que decíamos de la belleza, parece que el contenido también es un lastre academicista, se busca "el arte por el arte", que es como comer por comer, hacer las cosas sin mayor intención y a la vez nos perdemos en un mar de infinitas justificaciones, motivos y tendencias. Hacia el contenido religioso hay un tremendo rechazo por prejuicios, complejos y por el escándalo que produce el arte religioso (a veces muy justificado, porque es malísimo cada vez en más casos) y eso ya desde la facultad. Tiene mucho que ver con la sociedad en que vivimos, que es una sociedad que sufre de muerte óntica, de muerte del ser, un gran nihilismo, una búsqueda desde el rechazo de que somos, una sociedad con bases cristianas, y por eso el arte que se hace es, por ejemplo, expresionismo abstracto, que no deja de parecerme muy interesante, o un hiperrealismo frío y cadavérico, instalaciones, performances…, arte efímero, erudición sin arte… muchos prejuicios y justificaciones entre infinitas tendencias que dan como resultado arte de mucha y de muy poca calidad sin criterios claros.
La iglesia frente a esto se refugia muchas veces en refritos, que dejan un rancio sabor de boca.
O distorsiona el mensaje por querer trasmitirlo con códigos vanguardistas incomprensibles o que no se adaptan al fin catequético, resultando un quiero y no puedo, un quiero ser moderno y no lo consigo convincentemente. La iglesia también se acompleja frente a la presunción de elitismo del artista. Y el artista no reconoce la autoridad de la iglesia.
Sería muy bueno que los artistas católicos obedeciésemos de nuevo al obispo y que el obispo se sintiera con autoridad, desde el discernimiento y conocimiento de Dios que le otorga el Espíritu Santo, como una de sus gracias de estado, como para decir "esta obra ha costado cincuenta millones de euros, pero no vale; hay que quitarla, porque no es Cristo o no es el amor de Dios". Tiene que haber una guía, un discernimiento guiado por el Espíritu Santo, porque el arte en las iglesias y en la liturgia es algo inspirado por Dios, de vital importancia.
También conviene y mucho que este obispo tenga sensibilidad artística, eso se puede educar, o por lo menos despertar una consciencia y ser consecuente después.
- ¿Qué obra le gustaría hacer?
Lo que Dios me vaya poniendo en el camino, sirviendo a la Iglesia, que para mí es un honor inmenso totalmente inmerecido. Lo que quiero es no ser un obstáculo.
Enlace: Algunas obras de Jesús Arévalo

Un matrimonio valenciano parte junto a sus seis hijos como misioneros a Perú


- Un matrimonio valenciano, Pablo Romero y Noemí Ibáñez, de 32 y 34 años de edad, respectivamente, han partido esta semana a Perú, como misioneros, junto con sus seis hijos, de entre un mes y nueve años de edad.

El matrimonio, feligreses de la parroquia Santo Tomás Apóstol de Valencia e integrantes del Camino Neocatecumenal, se ofrecieron como familia misionera hace ahora un año. “Sabemos que aquí también tenemos una misión”, según ha señalado Pablo Romero al periódico semanal Paraula. “No teníamos un interés especial por irnos de familia misionera, simplemente, nos pusimos a disposición de la Iglesia para lo que fuera y en cualquier lugar en que pudiéramos ser necesarios”, ha añadido.

La familia ya se ha trasladado al país sudamericano “con mucha ilusión”, donde colaborarán con la parroquia de Santo Domingo el Savio “dando ejemplo como familia”, según Pablo Romero, quien añade que también acogen su envío “con algo de temor”, ya que han sido destinados al poblado de El Callao, “un poco conflictivo”,cercano a la capital de Lima.

Está previsto que, en Perú, Pablo trabaje en una empresa de pinturas con la que le puso en contacto su empresa de Valencia. “A nuestros hijos desde el primer momento se les ha ido explicando el proceso, y aunque son pequeños están muy contentos, también porque ven contentos a los padres”, ha indicado el padre de familia.

Además, se da la circunstancia de que, casualmente, la Iglesia les ha enviado a la misma ciudad donde ya vive Esther, una hermana de Pablo, junto con su marido y sus hijos, por lo que es posible que “ todos los primos vayan al mismo colegio”, ha añadido.

La parroquia Santo Tomás Apóstol acogió el pasado 7 de octubre la ceremonia de “envío”, en la que además, Clara, la hija mayor del matrimonio y María, la más pequeña, recibieron la Primera Comunión y el Bautismo, respectivamente.

Al igual que el matrimonio valenciano, las familias en misión del Camino Neocatecumenal acuden a las diócesis del mundo en los que los obispos de esos lugares han pedido su presencia para que den testimonio de la familia cristiana y colaboren en el desarrollo de la Iglesia.

sábado, 13 de octubre de 2012

El Camino Neocatecumenal, al servicio de la Iglesia para el redescubrimiento de la fe

Con “gran alegría”, ayer, Benedicto XVI inauguró el Año de la Fe. Entre los asistentes al Sínodo de la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, cuyo carisma, desde hace más de cuarenta años, es hacer madurar una fe adulta en medio de la “desertización espiritual” que ha caracterizado los últimos decenios de la humanidad.

Al término de la Santa Misa, Francisco José Gómez Argüello Wirtz, auditor nombrado por el papa para asistir a este Sínodo, más familiarmente conocido como Kiko, ha concedido una breve entrevista a ZENIT.

En la primera congregación del Sínodo, se ha prestado gran atención a los movimientos y realidades eclesiales, señalados como gracia del Espíritu Santo que dan nueva energía a la Iglesia. El cardenal Wuerl, entre ellos, ha citado a Comunión y Liberación, el Opus Dei y el Camino Neocatecumenal. ¿Qué efecto le han hecho estas palabras?

--Kiko Argüello: ¡Ha sido bellísimo! Surgimos tras el Concilio Vaticano II para ayudar a la Iglesia y me siento contento de que esto se reconozca. Hemos querido introducir en la Iglesia un camino de fe, porque solo una fe adulta puede responder a las situaciones actuales de secularización que se dan en muchas partes del mundo. También ayer, durante los trabajos de los Círculos Menores del Sínodo, durante la quinta Congregación, uno de los relatores, monseñor Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid, habló del Camino Neocatecumental, y dijo estar convencido de que sea una de las respuestas, tras el Concilio, a los problemas de la Iglesia.

Esto no significa que queramos sustituir a la Iglesia o que seamos la única expresión eclesial y religiosa válida. Más bien somos solo servidores humildes que se ponen al servicio de la Iglesia, para ayudar a las personas a descubrir la belleza de ser cristianos. Porque es algo enorme: ser hijos de Dios, unidos, que se aman los unos a los otros. ¡Es fantástico de verdad!

¿Se puede afirmar por tanto que, en cierto sentido, el Camino Neocatecumenal ha hecho realidad las promesas del Concilio Vaticano II?

--Kiko Argüello: Sí, las está haciendo realidad, a pesar de nosotros y de nuestros pecados. Laicos que evangelizan, familias en misión, miles de vocaciones. Este año hemos abierto diez nuevos seminarios, entre ellos uno en India y otro en Río de Janeiro. Nosotros mismos estamos verdaderamente sorprendidos de los frutos que seguimos viendo, porque no es absolutamente obra nuestra.

Cuando pido familias para ir en misión por el mundo, no es ciertamente poder mío que se levanten tres mil. O como sucedió el pasado verano en Madrid, que pedí sacerdotes para China y cinco mil jóvenes se sintieron dispuestos... Es algo hermosísimo. Somos de verdad espectadores de las obras del Espíritu Santo.

Últimamente se habla de una publicación suya que está apunto de salir. ¿Es verdad?

--Kiko Argüello: Sí. Es un pequeño volumen que saldrá quizá con motivo de la clausura de los trabajos sinodales, donde hemos tratado de poner por escrito el kerygma anunciado en los encuentros de Nápoles, Budapest, Milán y Trieste de este año. Es el kerygma de los tres ángeles que, en mi opinión, es una catequesis muy importante para la antropología de hoy, que ha perdido su contenido profundo. Se puede decir que es un libro para la Nueva Evangelización, y creemos importante transmitir este anuncio que vuelve a dar sentido a la pregunta “¿por qué evangelizar?”.

El Santo Padre ha abierto, hace poco, un tiempo de gracia para la Iglesia de hoy: el Año de la Fe. ¿Que augura para este año?

--Kiko Argüello: Espero que se pueda redescubrir la belleza de la Fe. Aquella Fe que nos da la naturaleza de Dios y cura profundamente el ser del hombre que ha sido herido por el pecado original. El hombre, separándose de Dios, se hace esclavo del no ser, las consecuencias son evidentes: la cantidad de mujeres que son asesinadas, los suicidios continuos en todas partes, y podría seguir. Cuando un hombre descubre que “no es”, decide matarse. La Iglesia, por tanto, en este año debe hacer redescubrir la palabra de salvación para los hombres: que Cristo ha venido para darles vida, para dar “el ser del Espíritu Santo”.
 

 

jueves, 11 de octubre de 2012

Vida y Misión de Félix Villegas, un Santo de nuestros tiempos


Félix Villegas Sanz.  El hombre cuyo nombre usted acaba de leer nació en España, y murió en la misma tierra que lo vio nacer el 27 de septiembre de 2007, hace 5 años exactamente.
Pese a ser español pasó una buena parte de su vida en Costa Rica, cumpliendo con la misión que amaba, la evangelización.
El padre Félix fue catequista en Costa Rica del Camino Neocatecumenal, un carisma de la Iglesia Católica nacido hace más de 40 años en Madrid, España; estuvo en una de las primeras comunidades evangelizadas por los iniciadores del Camino
De la comunidad del padre Félix salieron 12 sacerdotes, de 13 muchachos.
Su encuentro con Jesucristo lo llevaría, incluso antes de ver iluminada su vocación al sacerdocio, a la misión itinerante en lugares como Valencia, Barcelona, el País Vasco, entre otras zonas españolas.
Para 1972, tan solo dos años después de haber iniciado en el Camino había empezado esta etapa de itinerancia.
¿En que consiste la itinerancia?
Consiste en salir a evangelizar sin tener un lugar fijo donde vivir, dependiendo de los hermanos del lugar al que se sea enviado, viviendo de la providencia de Dios.
En 1980 pisaba por vez primera suelo costarricense, venía como el joven del primer equipo itinerante, que se encargaría de dar inicio al Camino Neocatecumenal en este país, acompañando al padre Emiliano Jiménez, en ese momento responsable del equipo y a los demás enviados a Costa Rica. En esta primera ocasión duró menos de un año trabajando en este país.
Regresó a España para 1981 a continuar con su misión, junto al padre Antonio González, que era el responsable de su equipo en su patria.
El accidente de Barajas.
El 7 de diciembre de 1983 se dirigían a una peregrinación a la Virgen de Loreto, en Italia, este día sucedería la catástrofe que marcaría su vida, y que asombraría, años después a quienes la escucharan de su boca.
El avión de Iberia en el que viajaba colisionó con otro vuelo, ambos aviones explotaron. Como bien cita el periódico "El Mundo" de España:
"El olor a carne quemada, ya ha desaparecido, pero el recuerdo de la tragedia quedó grabado en los sobrevivientes", entre ellos el padre Félix.
Esa mañana, a las 8:30 la niebla era protagonista sobre el aeropuerto de Barajas, en Madrid, el vuelo 727 de Iberia con destino a Roma se preparaba para el vuelo. El joven seminarista Félix y el sacerdote Moreno León, comentaban su suerte al haber conseguido el pasaje para el vuelo, solo les fue posible conseguir 4, el resto del grupo de 146 personas viajaría al día siguiente, ellos pensaban en lo que les esperaba en Italia.
El avión DC-9 de Aviaco, con un comandante confundido por la niebla, se desvió de su pista y entró en la de despegue. El avión de Iberia había recibido la autorización de despegue, y se ponía en V1, a 200 kilómetros por hora, se elevaba unos pocos metros del suelo cuando colisionó con el DC-9 de Aviaco. Para este momento eran las 8:39 de la mañana.
El padre Moreno relata en el año 1998, 15 años después de la tragedia, a el periódico "El Mundo" de España, que la azafata estaba dando las indicaciones de seguridad del vuelo, y cuando sucedió el accidente, salió volando contra una de las paredes.
"El choque fue tremendo. Recuerdo que tras la colisión nuestro avión siguió su trayectoria, pero sin el tren de aterrizaje. El fuselaje se abrió y vimos el exterior. Estábamos muy cerca del suelo. La gente gritaba. Salían chispas de todos lados que prendían en los charcos de queroseno que iba soltando el aparato. Fueron unos instantes angustiosos. Toda mi vida pasó delante de mí. Pensé que era el fin", relata el padre Moreno.
El Sacerdote Moreno León estaba atrapado y herido en sus manos por el fuego, fue Félix quien lo liberó del sillón, y ambos salieron del avión que estaba a punto de explotar.
93 personas murieron ese día, incluido el padre Antonio González, que estaba junto a ellos. La impresión de ver a su amigo morir a su lado cambió completamente la personalidad del joven seminarista, según dicen sus allegados. Años después era asignado a Puerto Rico, sin embargo, un cambio de última hora lo enviaría a Costa Rica, en 1988 año en el que se ordena como sacerdote, termina el Camino, para asumir como responsable del equipo nacional.
En 1990 el equipo de Catequistas estaba formado por Rafael Miñana, Maricarmen Domenech y él. Un año después llegaba Rufino Domínguez. Hoy en día de este equipo quedan Maricarmen y Rufino, ella es la responsable de las comunidades de este país.
En el año 1993 tuvo un sueño que hoy se ve convertido en realidad, llamado "Casa Siloé", un lugar para las comunidades del Camino, ubicado en las montañas de la provincia de Heredia, en Costa Rica. Él impulsó el proyecto para que se pudiera ver lo que hoy hay, una casa al servicio de la Iglesia Católica, en este especial carisma del Camino Neocatecumenal.
En 2005 impulsa de igual manera la llegada del seminario Redemptoris Mater
En una de sus catequesis dijo: "¿A quien le debería venir un cáncer, a un pagano o a un cristiano? El cristiano lo usaría para ver la gloria de El Señor en su vida".
Dicho esto en 2002 le era diagnosticado el cáncer que le daría muerte.
El padre Félix fue, según muchos de sus hijos en la fe, lo que describen como un hombre Santo.
Él decía que deseaba haber logrado amar a Dios antes de morir, aunque fuera un poco. Estas palabras quedarían marcadas en las mentes y corazones de sus hijos en la fe.
Los días previos a su muerte pensó en ir al Encuentro del Padre y una noche respondió: "¿Eres Tú Señor? ¡Llévame contigo! "
El 27 de septiembre de 2007 pasaba al Reino de los Cielos, al lado del Padre, a quien en vida dio todo y amó hasta el último momento.
Que en paz descanse.

Felicidades, don Jesús Higueras

No me refiero al párroco que inició el Camino Neocatecumenal en la parroquia de La Paloma, sino a don Jesús Higueras Esteban, el párroco de Santa María de Caná en Pozuelo de Alarcón. Le felicito con ocasión de su reciente nombramiento como auditor en la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

El evento se celebrará en el Vaticano del 7 al 28 de octubre bajo el lema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

Son muchas cosas las que debo a d. Jesús y a la parroquia que él gobierna. En ella participé durante doce años llenos de frutos y purificaciones, desde la “época del barracón”, cuando d. Antonio Morales era coadjutor. Fue mi primer contacto militante con la Iglesia, y quedé cautivado por la belleza del cristianismo en aquella primera comunidad parroquial.

Mis mejores amigos surgieron de esta comunidad incipiente, mis primeros hermanos en la fe distan de aquel grupo universitario. Conocí a sacerdotes determinantes para mi vida como d. Antonio Morales, presbítero del Seminario Redemptoris Mater, d. Armando Marsal DCJM, d. Pablo y d. Alfredo, el excepcional Manolo Fanjul, y tantos y tantos seminaristas y sacerdotes extraordinarios

Tengo que reconocerlo: Caná y d. Jesús han sido una bendición para mi vida y la de mi familia. Dios se sirvió de esa parroquia para mostrarme mi lugar en la Iglesia, me educó en el amor al Papa y la Tradición. Fue donde Cristo me entregó providencialmente a mi esposa, donde me casé y bauticé a mis primeros hijos… En ella maduré en la fe adulta de la Cruz. Conocí la santidad de la Iglesia en medio de los pecados de sus miembros. Hubo sanación y persecución. Dios estaba en todo. Hemos sido testigos de milagros cotidianos, físicos y morales, aprendimos a contemplar, adorar, alabar, a través del Espíritu Santo liberador.


Creo que d. Jesús ha recibido en Caná una “lluvia de rosas” inmensa. Me alegra que se reconozca la gracia de Dios donde está.

Es un buen cura y un buen amigo, ¡me alegro por la Iglesia!

martes, 2 de octubre de 2012

Aumenta hasta 23 el número de seminaritas en la diócesis de Oviedo

 El Arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz, dedica su cara semanal al Seminario, en un año en que se incorporan a esta institución formativa de la Iglesia seis nuevos seminaristas asturianos procedentes de parroquias de Oviedo, Gijón, Avilés y Hontoria (Llanes), a los que se sumarán otros ocho pertenecientes al Camino Neocatecumenal.

De este modo el centro de estudios contará con veintitrés alumnos, por lo que habría que remontarse a diez años atrás para encontrar cifras similares de matrícula.

El Prelado manifiesta en su carta de la semana que los nuevos ingresos y la llegada de los seminaristas del Camino es “un regalo sorprendente e inmerecido por el que hemos de dar gracias al Buen Dios”, y afirma que una “diócesis, un presbiterio, tienen en el Seminario uno de sus termómetros más certeros”, porque cuando una comunidad cristiana se hace responsable del Seminario “con afecto, ayuda espiritual y colaboración material, es que ha entendido lo que nos jugamos en esto”, aludiendo al futuro de la Iglesia asturiana.

Se confirma la apertura de un Seminario “Redemptoris Mater” en la diócesis de Oviedo

La dirección de las comunidades del Camino Neocatecumenal han incluido a la diócesis de Oviedo entre las Iglesias locales en las que procederán a abrir en breve un Seminario de formación de sacerdotes para el Camino, seminarios conocidos como “Redemptoris Mater” y que dependen del Obispo diocesano.

El visto bueno del proyecto acaba de ser dado en la localidad italiana de Porto San Giorgio (Fermo), junto al mar Adriático, en el marco de un encuentro internacional en que participaron diversos Obispos entre los que se encontraba el titular de la Archidiócesis de Oviedo, monseñor Jesús Sanz Montes, que hace meses había solicitado la implantación de un “Redemptoris Mater” en Asturias.

El Camino abrirá este año 10 nuevos seminarios internacionales en todo el mundo, entre los que finalmente ha incluido a la diócesis de Oviedo, a quien ha asignado 8 seminaristas y un rector que se ocupará de la formación espiritual de los jóvenes.