Aunque
ya esperábamos la noticia, no ha dejado de producirme un profundo dolor
leer el mensaje en que la catequista Mariví nos comunicaba que Jesús
Serrat había pasado al Padre. Dolor por la pérdida física de quien ha
sido un verdadero “padre espiritual” para mí y para miles de personas,
aunque a la vez alegría y esperanza por tener la firme convicción de que
ya está en el Cielo, gozando de la Gloria del Padre.
Jesús
Serrat era ingeniero de profesión, cuando en el año 1973, fiado del
Señor, dejó casa, trabajo y familia para ponerse al servicio de la
Iglesia y de la evangelización, como catequista itinerante del Camino
Neocatecumenal. Los iniciadores del Camino le encomendaron, como tierra
de misión, la zona noroeste de España y nuestra ciudad Salamanca tuvo el
inmenso honor de ser la tierra donde daría su primera catequesis. Desde
entonces, Jesús ha dedicado íntegramente su vida al anuncio del
Evangelio, a llevar a los hombres la buena noticia del Kerigma en
aquellas parroquias donde el Párroco ha estado abierto a que los fieles
realicen este catecumenado postbautismal recomendado vivamente por el
Papa Juan Pablo II (Epist. Ogniqualvolta).
Con una salud débil y
un cuerpo tremendamente frágil, nunca le oí quejarse, ni revelarse
contra la voluntad de Dios. El Señor le ayudó siempre a mantenerse fiel a
El, le sostuvo en la debilidad, como susurrándole: “te basta mi gracia,
la fuerza se realiza en la debilidad”. En los últimos años, a media que
la enfermedad golpeaba duramente su cuerpo, su espíritu se fortalecía,
crecía en humildad, ternura y misericordia, preparándose para el
encuentro definitivo con el Señor. Siempre dispuesto a escuchar, con
infinita paciencia y misericordia, a quien necesitaba una palabra de
parte de Dios, su palabra siempre estaba sazonada con la sabiduría de la
fe. Predicó sin cesar en Salamanca, Zamora, Avila, León, Burgos,
Oviedo, Cantabria, Asturias, Galicia…
Porque él estuvo dispuesto
a perder y gastar su vida, junto con Mariví Gorostiza y el presbítero
Antonio Riquelme, ha sido posible abrir el itinerario de iniciación
cristiana y educación permanente en la fe que constituye el Camino
Neocatecumenal en muchas parroquias de numerosas diócesis. Todas ellas
tendrán con él una deuda permanente que sólo el Señor podrá pagarle. Hoy
hemos sabido, con gran sorpresa y enorme alegría, que su última
voluntad fue que su cuerpo sea enterrado en Salamanca, donde dio su
primera catequesis. Será un inmenso honor para esta diócesis acoger el
cuerpo de este hombre verdaderamente santo, que ha sido instrumento de
Dios para llamar a miles personas a conversión.
Querido Jesús:
has combatido bien tu combate, has corrido hasta la meta, has mantenido
la fe (2ª Tim. 4, 7). Descansa en paz, espéranos en el cielo e intercede
por nosotros. Nunca te olvidaremos.
Salamanca, 13 julio 2012, festividad de San Enrique
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