lunes, 30 de julio de 2012

Jesus Serrat, un hombre de Dios

Aunque ya esperábamos la noticia, no ha dejado de producirme un profundo dolor leer el mensaje en que la catequista Mariví nos comunicaba que Jesús Serrat había pasado al Padre. Dolor por la pérdida física de quien ha sido un verdadero “padre espiritual” para mí y para miles de personas, aunque a la vez alegría y esperanza por tener la firme convicción de que ya está en el Cielo, gozando de la Gloria del Padre.

Jesús Serrat era ingeniero de profesión, cuando en el año 1973, fiado del Señor, dejó casa, trabajo y familia para ponerse al servicio de la Iglesia y de la evangelización, como catequista itinerante del Camino Neocatecumenal. Los iniciadores del Camino le encomendaron, como tierra de misión, la zona noroeste de España y nuestra ciudad Salamanca tuvo el inmenso honor de ser la tierra donde daría su primera catequesis. Desde entonces, Jesús ha dedicado íntegramente su vida al anuncio del Evangelio, a llevar a los hombres la buena noticia del Kerigma en aquellas parroquias donde el Párroco ha estado abierto a que los fieles realicen este catecumenado postbautismal recomendado vivamente por el Papa Juan Pablo II (Epist. Ogniqualvolta).


Con una salud débil y un cuerpo tremendamente frágil, nunca le oí quejarse, ni revelarse contra la voluntad de Dios. El Señor le ayudó siempre a mantenerse fiel a El, le sostuvo en la debilidad, como susurrándole: “te basta mi gracia, la fuerza se realiza en la debilidad”. En los últimos años, a media que la enfermedad golpeaba duramente su cuerpo, su espíritu se fortalecía, crecía en humildad, ternura y misericordia, preparándose para el encuentro definitivo con el Señor. Siempre dispuesto a escuchar, con infinita paciencia y misericordia, a quien necesitaba una palabra de parte de Dios, su palabra siempre estaba sazonada con la sabiduría de la fe. Predicó sin cesar en Salamanca, Zamora, Avila, León, Burgos, Oviedo, Cantabria, Asturias, Galicia…

Porque él estuvo dispuesto a perder y gastar su vida, junto con Mariví Gorostiza y el presbítero Antonio Riquelme, ha sido posible abrir el itinerario de iniciación cristiana y educación permanente en la fe que constituye el Camino Neocatecumenal en muchas parroquias de numerosas diócesis. Todas ellas tendrán con él una deuda permanente que sólo el Señor podrá pagarle. Hoy hemos sabido, con gran sorpresa y enorme alegría, que su última voluntad fue que su cuerpo sea enterrado en Salamanca, donde dio su primera catequesis. Será un inmenso honor para esta diócesis acoger el cuerpo de este hombre verdaderamente santo, que ha sido instrumento de Dios para llamar a miles personas a conversión.

Querido Jesús: has combatido bien tu combate, has corrido hasta la meta, has mantenido la fe (2ª Tim. 4, 7). Descansa en paz, espéranos en el cielo e intercede por nosotros. Nunca te olvidaremos.

Salamanca, 13 julio 2012, festividad de San Enrique 


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