A pesar de haber tenido ayer un día algo complicado gracias a las banalidades y preocupaciones de este mundo, el Señor fue grande con nosotros y nos permitió concluir con un espectacular anuncio de Pascua en el cual, aparte del kerigma, se nos habló de la serie de conciertos que dará la orquesta internacional del Camino Neocatecumenal en Boston, Nueva York y Chicago durante los primeros días del mes de mayo.
A continuación les traduzco las palabras que Kiko Argüello incluye en el programa de esta serie de conciertos. Que Dios continúe inspirando estas iniciativas que ayudan a acercarnos a nuestros hermanos mayores, los hebreos. Shalom.
“Queridos hermanos y hermanas: ¿Como puedo yo presumir de componer música? ¿Será mi orgullo o mi vanidad? Sea lo que sea, un viejo sacerdote me dijo una vez: Nunca evites hacer el bien por el miedo a la vanidad, porque eso es del diablo.
Hacer el bien. ¿Es bueno tratar de componer música? Les presento una pequeña composición musical que quiera sirviese como homenaje al sufrimiento de los inocentes. ¿Podrá la música, quizá, decir algo más profundo sobre un tema tan significativo?
El sufrimiento de los inocentes. El filósofo Sartre dijo: Aflicción para el hombre a quien el dedo de Dios aplaste contra la pared. Y de Nietzsche: Si Dios existe y no ayuda a los que sufren, es un monstruo, y si no los puede ayudar, no es Dios; no existe.
Ser aplastados contra la pared. Hombres acostados en la calle, muriéndose de frío. Niños abandonados en horribles orfanatos donde son victimas del abuso y de la violencia. Aquella mujer que conocí en el vecindario, quien sufría de Mal de Parkinson, abandonada por su esposo, golpeada por su hijo con un palo, suplicando por una limosna. Me quedé sobrecogido…
Que misterio el sufrimiento de tantos inocentes, quienes cargan con los pecados de otros: el incesto, una violencia nunca antes escuchada. Aquella fila de mujeres y niños desnudos dirigiéndose a las cámaras de gas, y aquel profundo dolor de uno de los guardias quien escuchaba dentro de su corazón: ponte en fila con ellos y ve con ellos a la muerte, sin saber de donde venía esa voz…
Muchos dicen que luego de los horrores de Auschwitz ya no se puede creer en Dios. ¡No! ¡Eso no es cierto!
En esta sinfonía vemos a María totalmente sumisa al escándalo del sufrimiento de los inocentes en su propia carne. ¡Que dolor! canta una voz mientras una espada atraviesa su alma, unida a todas la madres que vieron a sus hijos morir en los campos de concentración mientras entonaban Shema Israel. Deseamos ofrecer esta obra como un puente de amor y reconciliación”.
Kiko Argüello
Simplemente espectacular el escrito, entre lineas detalla magnificamente en las palabras cortas de Kiko un ofrecimiento de reconciliación con los horrores de Auschwitz, sumándose a la crueldad de los hombres que los describe como inocentes que cargan por los pecados de otros.
ResponderEliminarGracias por tan bella publicación