A principios del próximo mes, una familia portuense hará las maletas y se establecerá en Austria. En la decisión no han pesado los motivos económicos sino una fuerte convicción religiosa que les ha llevado a dejar sus puestos de trabajo y a emprender una nueva vida junto a sus hijos en otro país.
Valentín Jiménez y Cristina Rubio pertenecen al Camino Neocatecumenal, el movimiento católico conocido popularmente como 'los kikos' que ha tenido un importante crecimiento tanto en número de miembros como en influencia sobre la jerarquía eclesiástica en las últimas décadas. Hace cuatro años mostraron su disposición a participar en la denominada 'Familias en misión' y el pasado mes de enero recibieron en un encuentro celebrado en Roma su destino, Wiener Neustadt, una localidad situada a unos 50 kilómetros al sur de Viena, la capital austriaca.
Así lo explica Cristina Rubio: "Aunque sean países donde parezca que las necesidades están cubiertas, la felicidad no es completa porque falta una guía en las vidas". El estatuto de los neocatecumenales define la iniciativa 'Familia en misión' como un "servicio de catequesis" que se lleva a cabo "en zonas descristianizadas o donde sea necesaria una implantatio ecclesiae (implantación de la Iglesia)". Esto no es más que una evolución del concepto de evangelización tradicional que se realizaba históricamente en países sin vinculación cristiana. Así, movimientos como el Camino han apostado por llevarlo a cabo fundamentalmente en los europeos (en Austria el catolicismo se mantiene como la confesión mayoritaria) ya que entienden que hay en ellos una pérdida de fe. Para ello, promueve desde hace años esta iniciativa (el movimiento lo incluye dentro de sus carismas) donde se invita a las familias a que lo dejen todo para marcharse a predicar (es la llamada 'misión ad gentes'). En este año, han sido 200 a las que se les ha asignado un destino.
Pero en el estado centroeuropeo estos portuenses no estarán solos. También han recibido el mismo destino otras tres familias y un sacerdote. Juntos deberán conformar una comunidad en una zona en la que, ni siquiera, tienen un templo. El matrimonio marchará a principios de agosto para que los seis hijos que tienen (con edades comprendidas entre 1 y 9 años) puedan comenzar las clases en septiembre a estudiar en un colegio. Para ello, ya han previsto que los pequeños den clases de refuerzo para aprender alemán y poder adaptarse más rápidamente. Además, será en Austria donde tengan el séptimo hijo puesto que Cristina está embarazada de tres mes.
Ella explica que la marcha con su familia es una "decisión madurada y pensada". Pero, ¿qué mueve a una familia a dejarlo todo para irse a un país a evangelizar?. "Estamos plenamente convencidos de lo que vamos a hacer. Tenemos unos trabajos muy buenos y somos muy felices pero creemos que podemos emplear nuestra vida en algo más", asegura en un tono que denota su profunda creencia religiosa. A día de hoy, Valentín Jiménez trabaja en una empresa mientras que Cristina Rubio es procuradora. Desconocen por cuanto tiempo estarán en Austria puesto que este tipo de misiones se saben cuando empiezan pero no cuando acaban. Todo depende de los responsables de la comunidad que son los que tienen potestad para determinar la continuidad o no de la labor.
El matrimonio asegura que su decisión ha sido muy bien recibida por su familia y allegados, aunque reconoce que a los abuelos "les preocupa algo" los pequeños. "Pero ellos saben que allí vamos a hacer muy felices", apostilla.
A modo de despedida, sus amigos celebraron una cena homenaje sorpresa en la noche del viernes en el Club Las Redes. "Allí estuvieron nuestros verdaderos amigos", apuntaba la pareja ayer. No obstante, Valentín y Cristina no es el único matrimonio portuense que decidió dar este paso. Hace 10 años otra pareja aceptó marcharse a Taiwán por el mismo motivo. Esta familia aún continúa en el país asiático.
Valentín Jiménez y Cristina Rubio pertenecen al Camino Neocatecumenal, el movimiento católico conocido popularmente como 'los kikos' que ha tenido un importante crecimiento tanto en número de miembros como en influencia sobre la jerarquía eclesiástica en las últimas décadas. Hace cuatro años mostraron su disposición a participar en la denominada 'Familias en misión' y el pasado mes de enero recibieron en un encuentro celebrado en Roma su destino, Wiener Neustadt, una localidad situada a unos 50 kilómetros al sur de Viena, la capital austriaca.
Así lo explica Cristina Rubio: "Aunque sean países donde parezca que las necesidades están cubiertas, la felicidad no es completa porque falta una guía en las vidas". El estatuto de los neocatecumenales define la iniciativa 'Familia en misión' como un "servicio de catequesis" que se lleva a cabo "en zonas descristianizadas o donde sea necesaria una implantatio ecclesiae (implantación de la Iglesia)". Esto no es más que una evolución del concepto de evangelización tradicional que se realizaba históricamente en países sin vinculación cristiana. Así, movimientos como el Camino han apostado por llevarlo a cabo fundamentalmente en los europeos (en Austria el catolicismo se mantiene como la confesión mayoritaria) ya que entienden que hay en ellos una pérdida de fe. Para ello, promueve desde hace años esta iniciativa (el movimiento lo incluye dentro de sus carismas) donde se invita a las familias a que lo dejen todo para marcharse a predicar (es la llamada 'misión ad gentes'). En este año, han sido 200 a las que se les ha asignado un destino.
Pero en el estado centroeuropeo estos portuenses no estarán solos. También han recibido el mismo destino otras tres familias y un sacerdote. Juntos deberán conformar una comunidad en una zona en la que, ni siquiera, tienen un templo. El matrimonio marchará a principios de agosto para que los seis hijos que tienen (con edades comprendidas entre 1 y 9 años) puedan comenzar las clases en septiembre a estudiar en un colegio. Para ello, ya han previsto que los pequeños den clases de refuerzo para aprender alemán y poder adaptarse más rápidamente. Además, será en Austria donde tengan el séptimo hijo puesto que Cristina está embarazada de tres mes.
Ella explica que la marcha con su familia es una "decisión madurada y pensada". Pero, ¿qué mueve a una familia a dejarlo todo para irse a un país a evangelizar?. "Estamos plenamente convencidos de lo que vamos a hacer. Tenemos unos trabajos muy buenos y somos muy felices pero creemos que podemos emplear nuestra vida en algo más", asegura en un tono que denota su profunda creencia religiosa. A día de hoy, Valentín Jiménez trabaja en una empresa mientras que Cristina Rubio es procuradora. Desconocen por cuanto tiempo estarán en Austria puesto que este tipo de misiones se saben cuando empiezan pero no cuando acaban. Todo depende de los responsables de la comunidad que son los que tienen potestad para determinar la continuidad o no de la labor.
El matrimonio asegura que su decisión ha sido muy bien recibida por su familia y allegados, aunque reconoce que a los abuelos "les preocupa algo" los pequeños. "Pero ellos saben que allí vamos a hacer muy felices", apostilla.
A modo de despedida, sus amigos celebraron una cena homenaje sorpresa en la noche del viernes en el Club Las Redes. "Allí estuvieron nuestros verdaderos amigos", apuntaba la pareja ayer. No obstante, Valentín y Cristina no es el único matrimonio portuense que decidió dar este paso. Hace 10 años otra pareja aceptó marcharse a Taiwán por el mismo motivo. Esta familia aún continúa en el país asiático.
A principios del próximo mes, una familia portuense hará las maletas y se establecerá en Austria. En la decisión no han pesado los motivos económicos sino una fuerte convicción religiosa que les ha llevado a dejar sus puestos de trabajo y a emprender una nueva vida junto a sus hijos en otro país.
Valentín Jiménez y Cristina Rubio pertenecen al Camino Neocatecumenal, el movimiento católico conocido popularmente como 'los kikos' que ha tenido un importante crecimiento tanto en número de miembros como en influencia sobre la jerarquía eclesiástica en las últimas décadas. Hace cuatro años mostraron su disposición a participar en la denominada 'Familias en misión' y el pasado mes de enero recibieron en un encuentro celebrado en Roma su destino, Wiener Neustadt, una localidad situada a unos 50 kilómetros al sur de Viena, la capital austriaca.
Así lo explica Cristina Rubio: "Aunque sean países donde parezca que las necesidades están cubiertas, la felicidad no es completa porque falta una guía en las vidas". El estatuto de los neocatecumenales define la iniciativa 'Familia en misión' como un "servicio de catequesis" que se lleva a cabo "en zonas descristianizadas o donde sea necesaria una implantatio ecclesiae (implantación de la Iglesia)". Esto no es más que una evolución del concepto de evangelización tradicional que se realizaba históricamente en países sin vinculación cristiana. Así, movimientos como el Camino han apostado por llevarlo a cabo fundamentalmente en los europeos (en Austria el catolicismo se mantiene como la confesión mayoritaria) ya que entienden que hay en ellos una pérdida de fe. Para ello, promueve desde hace años esta iniciativa (el movimiento lo incluye dentro de sus carismas) donde se invita a las familias a que lo dejen todo para marcharse a predicar (es la llamada 'misión ad gentes'). En este año, han sido 200 a las que se les ha asignado un destino.
Pero en el estado centroeuropeo estos portuenses no estarán solos. También han recibido el mismo destino otras tres familias y un sacerdote. Juntos deberán conformar una comunidad en una zona en la que, ni siquiera, tienen un templo. El matrimonio marchará a principios de agosto para que los seis hijos que tienen (con edades comprendidas entre 1 y 9 años) puedan comenzar las clases en septiembre a estudiar en un colegio. Para ello, ya han previsto que los pequeños den clases de refuerzo para aprender alemán y poder adaptarse más rápidamente. Además, será en Austria donde tengan el séptimo hijo puesto que Cristina está embarazada de tres mes.
Ella explica que la marcha con su familia es una "decisión madurada y pensada". Pero, ¿qué mueve a una familia a dejarlo todo para irse a un país a evangelizar?. "Estamos plenamente convencidos de lo que vamos a hacer. Tenemos unos trabajos muy buenos y somos muy felices pero creemos que podemos emplear nuestra vida en algo más", asegura en un tono que denota su profunda creencia religiosa. A día de hoy, Valentín Jiménez trabaja en una empresa mientras que Cristina Rubio es procuradora. Desconocen por cuanto tiempo estarán en Austria puesto que este tipo de misiones se saben cuando empiezan pero no cuando acaban. Todo depende de los responsables de la comunidad que son los que tienen potestad para determinar la continuidad o no de la labor.
El matrimonio asegura que su decisión ha sido muy bien recibida por su familia y allegados, aunque reconoce que a los abuelos "les preocupa algo" los pequeños. "Pero ellos saben que allí vamos a hacer muy felices", apostilla.
A modo de despedida, sus amigos celebraron una cena homenaje sorpresa en la noche del viernes en el Club Las Redes. "Allí estuvieron nuestros verdaderos amigos", apuntaba la pareja ayer. No obstante, Valentín y Cristina no es el único matrimonio portuense que decidió dar este paso. Hace 10 años otra pareja aceptó marcharse a Taiwán por el mismo motivo. Esta familia aún continúa en el país asiático.
Valentín Jiménez y Cristina Rubio pertenecen al Camino Neocatecumenal, el movimiento católico conocido popularmente como 'los kikos' que ha tenido un importante crecimiento tanto en número de miembros como en influencia sobre la jerarquía eclesiástica en las últimas décadas. Hace cuatro años mostraron su disposición a participar en la denominada 'Familias en misión' y el pasado mes de enero recibieron en un encuentro celebrado en Roma su destino, Wiener Neustadt, una localidad situada a unos 50 kilómetros al sur de Viena, la capital austriaca.
Así lo explica Cristina Rubio: "Aunque sean países donde parezca que las necesidades están cubiertas, la felicidad no es completa porque falta una guía en las vidas". El estatuto de los neocatecumenales define la iniciativa 'Familia en misión' como un "servicio de catequesis" que se lleva a cabo "en zonas descristianizadas o donde sea necesaria una implantatio ecclesiae (implantación de la Iglesia)". Esto no es más que una evolución del concepto de evangelización tradicional que se realizaba históricamente en países sin vinculación cristiana. Así, movimientos como el Camino han apostado por llevarlo a cabo fundamentalmente en los europeos (en Austria el catolicismo se mantiene como la confesión mayoritaria) ya que entienden que hay en ellos una pérdida de fe. Para ello, promueve desde hace años esta iniciativa (el movimiento lo incluye dentro de sus carismas) donde se invita a las familias a que lo dejen todo para marcharse a predicar (es la llamada 'misión ad gentes'). En este año, han sido 200 a las que se les ha asignado un destino.
Pero en el estado centroeuropeo estos portuenses no estarán solos. También han recibido el mismo destino otras tres familias y un sacerdote. Juntos deberán conformar una comunidad en una zona en la que, ni siquiera, tienen un templo. El matrimonio marchará a principios de agosto para que los seis hijos que tienen (con edades comprendidas entre 1 y 9 años) puedan comenzar las clases en septiembre a estudiar en un colegio. Para ello, ya han previsto que los pequeños den clases de refuerzo para aprender alemán y poder adaptarse más rápidamente. Además, será en Austria donde tengan el séptimo hijo puesto que Cristina está embarazada de tres mes.
Ella explica que la marcha con su familia es una "decisión madurada y pensada". Pero, ¿qué mueve a una familia a dejarlo todo para irse a un país a evangelizar?. "Estamos plenamente convencidos de lo que vamos a hacer. Tenemos unos trabajos muy buenos y somos muy felices pero creemos que podemos emplear nuestra vida en algo más", asegura en un tono que denota su profunda creencia religiosa. A día de hoy, Valentín Jiménez trabaja en una empresa mientras que Cristina Rubio es procuradora. Desconocen por cuanto tiempo estarán en Austria puesto que este tipo de misiones se saben cuando empiezan pero no cuando acaban. Todo depende de los responsables de la comunidad que son los que tienen potestad para determinar la continuidad o no de la labor.
El matrimonio asegura que su decisión ha sido muy bien recibida por su familia y allegados, aunque reconoce que a los abuelos "les preocupa algo" los pequeños. "Pero ellos saben que allí vamos a hacer muy felices", apostilla.
A modo de despedida, sus amigos celebraron una cena homenaje sorpresa en la noche del viernes en el Club Las Redes. "Allí estuvieron nuestros verdaderos amigos", apuntaba la pareja ayer. No obstante, Valentín y Cristina no es el único matrimonio portuense que decidió dar este paso. Hace 10 años otra pareja aceptó marcharse a Taiwán por el mismo motivo. Esta familia aún continúa en el país asiático.
A principios del próximo mes, una familia portuense hará las maletas y se establecerá en Austria. En la decisión no han pesado los motivos económicos sino una fuerte convicción religiosa que les ha llevado a dejar sus puestos de trabajo y a emprender una nueva vida junto a sus hijos en otro país.
Valentín Jiménez y Cristina Rubio pertenecen al Camino Neocatecumenal, el movimiento católico conocido popularmente como 'los kikos' que ha tenido un importante crecimiento tanto en número de miembros como en influencia sobre la jerarquía eclesiástica en las últimas décadas. Hace cuatro años mostraron su disposición a participar en la denominada 'Familias en misión' y el pasado mes de enero recibieron en un encuentro celebrado en Roma su destino, Wiener Neustadt, una localidad situada a unos 50 kilómetros al sur de Viena, la capital austriaca.
Así lo explica Cristina Rubio: "Aunque sean países donde parezca que las necesidades están cubiertas, la felicidad no es completa porque falta una guía en las vidas". El estatuto de los neocatecumenales define la iniciativa 'Familia en misión' como un "servicio de catequesis" que se lleva a cabo "en zonas descristianizadas o donde sea necesaria una implantatio ecclesiae (implantación de la Iglesia)". Esto no es más que una evolución del concepto de evangelización tradicional que se realizaba históricamente en países sin vinculación cristiana. Así, movimientos como el Camino han apostado por llevarlo a cabo fundamentalmente en los europeos (en Austria el catolicismo se mantiene como la confesión mayoritaria) ya que entienden que hay en ellos una pérdida de fe. Para ello, promueve desde hace años esta iniciativa (el movimiento lo incluye dentro de sus carismas) donde se invita a las familias a que lo dejen todo para marcharse a predicar (es la llamada 'misión ad gentes'). En este año, han sido 200 a las que se les ha asignado un destino.
Pero en el estado centroeuropeo estos portuenses no estarán solos. También han recibido el mismo destino otras tres familias y un sacerdote. Juntos deberán conformar una comunidad en una zona en la que, ni siquiera, tienen un templo. El matrimonio marchará a principios de agosto para que los seis hijos que tienen (con edades comprendidas entre 1 y 9 años) puedan comenzar las clases en septiembre a estudiar en un colegio. Para ello, ya han previsto que los pequeños den clases de refuerzo para aprender alemán y poder adaptarse más rápidamente. Además, será en Austria donde tengan el séptimo hijo puesto que Cristina está embarazada de tres mes.
Ella explica que la marcha con su familia es una "decisión madurada y pensada". Pero, ¿qué mueve a una familia a dejarlo todo para irse a un país a evangelizar?. "Estamos plenamente convencidos de lo que vamos a hacer. Tenemos unos trabajos muy buenos y somos muy felices pero creemos que podemos emplear nuestra vida en algo más", asegura en un tono que denota su profunda creencia religiosa. A día de hoy, Valentín Jiménez trabaja en una empresa mientras que Cristina Rubio es procuradora. Desconocen por cuanto tiempo estarán en Austria puesto que este tipo de misiones se saben cuando empiezan pero no cuando acaban. Todo depende de los responsables de la comunidad que son los que tienen potestad para determinar la continuidad o no de la labor.
El matrimonio asegura que su decisión ha sido muy bien recibida por su familia y allegados, aunque reconoce que a los abuelos "les preocupa algo" los pequeños. "Pero ellos saben que allí vamos a hacer muy felices", apostilla.
A modo de despedida, sus amigos celebraron una cena homenaje sorpresa en la noche del viernes en el Club Las Redes. "Allí estuvieron nuestros verdaderos amigos", apuntaba la pareja ayer. No obstante, Valentín y Cristina no es el único matrimonio portuense que decidió dar este paso. Hace 10 años otra pareja aceptó marcharse a Taiwán por el mismo motivo. Esta familia aún continúa en el país asiático.
Valentín Jiménez y Cristina Rubio pertenecen al Camino Neocatecumenal, el movimiento católico conocido popularmente como 'los kikos' que ha tenido un importante crecimiento tanto en número de miembros como en influencia sobre la jerarquía eclesiástica en las últimas décadas. Hace cuatro años mostraron su disposición a participar en la denominada 'Familias en misión' y el pasado mes de enero recibieron en un encuentro celebrado en Roma su destino, Wiener Neustadt, una localidad situada a unos 50 kilómetros al sur de Viena, la capital austriaca.
Así lo explica Cristina Rubio: "Aunque sean países donde parezca que las necesidades están cubiertas, la felicidad no es completa porque falta una guía en las vidas". El estatuto de los neocatecumenales define la iniciativa 'Familia en misión' como un "servicio de catequesis" que se lleva a cabo "en zonas descristianizadas o donde sea necesaria una implantatio ecclesiae (implantación de la Iglesia)". Esto no es más que una evolución del concepto de evangelización tradicional que se realizaba históricamente en países sin vinculación cristiana. Así, movimientos como el Camino han apostado por llevarlo a cabo fundamentalmente en los europeos (en Austria el catolicismo se mantiene como la confesión mayoritaria) ya que entienden que hay en ellos una pérdida de fe. Para ello, promueve desde hace años esta iniciativa (el movimiento lo incluye dentro de sus carismas) donde se invita a las familias a que lo dejen todo para marcharse a predicar (es la llamada 'misión ad gentes'). En este año, han sido 200 a las que se les ha asignado un destino.
Pero en el estado centroeuropeo estos portuenses no estarán solos. También han recibido el mismo destino otras tres familias y un sacerdote. Juntos deberán conformar una comunidad en una zona en la que, ni siquiera, tienen un templo. El matrimonio marchará a principios de agosto para que los seis hijos que tienen (con edades comprendidas entre 1 y 9 años) puedan comenzar las clases en septiembre a estudiar en un colegio. Para ello, ya han previsto que los pequeños den clases de refuerzo para aprender alemán y poder adaptarse más rápidamente. Además, será en Austria donde tengan el séptimo hijo puesto que Cristina está embarazada de tres mes.
Ella explica que la marcha con su familia es una "decisión madurada y pensada". Pero, ¿qué mueve a una familia a dejarlo todo para irse a un país a evangelizar?. "Estamos plenamente convencidos de lo que vamos a hacer. Tenemos unos trabajos muy buenos y somos muy felices pero creemos que podemos emplear nuestra vida en algo más", asegura en un tono que denota su profunda creencia religiosa. A día de hoy, Valentín Jiménez trabaja en una empresa mientras que Cristina Rubio es procuradora. Desconocen por cuanto tiempo estarán en Austria puesto que este tipo de misiones se saben cuando empiezan pero no cuando acaban. Todo depende de los responsables de la comunidad que son los que tienen potestad para determinar la continuidad o no de la labor.
El matrimonio asegura que su decisión ha sido muy bien recibida por su familia y allegados, aunque reconoce que a los abuelos "les preocupa algo" los pequeños. "Pero ellos saben que allí vamos a hacer muy felices", apostilla.
A modo de despedida, sus amigos celebraron una cena homenaje sorpresa en la noche del viernes en el Club Las Redes. "Allí estuvieron nuestros verdaderos amigos", apuntaba la pareja ayer. No obstante, Valentín y Cristina no es el único matrimonio portuense que decidió dar este paso. Hace 10 años otra pareja aceptó marcharse a Taiwán por el mismo motivo. Esta familia aún continúa en el país asiático.
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